La historia de México está llena de anécdotas curiosas –exóticas– y que son poco conocidas. Existe una que involucra a la esposa de Maximiliano de Habsburgo con Tepito, especialmente con sus pulquerías de la época.
A pesar de su posiciÓn monÁrquica, la emperatriz tenÍa una obsesiÓn con el barrio de Tepito y sus bebidas mÁgicas.
Carlota de Habsburgo, la primera gobernante mujer y la última emperatriz de México es recordada por su extrovertida personalidad y anécdotas innumerables, hay una que no se menciona en los libros de historia, el día que decidió darse un baño de pueblo junto con sus damas de compañía y visitar una pulquería ni más ni menos que en el barrio bravo de Tepito.
Carlota fue emperatriz de México en 1864, ella siempre fue una mujer de mucha clase y alcurnia que prácticamente desembarco en el Puerto de Veracruz para ir directo a su coronación y la de su esposo Maximiliano en la Catedral de la Ciudad de México para después ocupar su residencia imperial en el Castillo de Chapultepec. Durante sus primeros años Carlota se dedicó a conocer el país desde su postura privilegiada, visitando los sitios más emblemáticos y famosos de México dignos de la realeza.
Sin embargo, parece ser que un día de aburrimiento, la emperatriz cayó en cuenta que había recorrido todos los lugares dignos de su presencia, pero aún no conocía aquellos que no lo eran y en un acto de valentía y curiosidad decidió visitar el mítico y peligroso (desde aquellos tiempos) barrio bravo de Tepito, según Luciano Pérez, quien relata esta anécdota en su libro Cuentos Fantásticos de la Ciudad de México o Aventuras en Mexicopolis.
El autor detalla que Carlota no solo probó su osadía al visitar Tepito, que incluso se aventuró a adentrarse en una pulquería de mala muerte y para vivir la experiencia completa decidió beber la sagrada bebida hasta intoxicarse.
Carlota sentía una extraña fascinación por este barrio, incomprensible para su esposo y para ella misma, el día que por fin se decidió adentrarse en sus calles fue acompañada por sus damas de compañía y la colonia la recibió con un digno y cariñosos recibimiento; gente en las calles, entre aplausos y gritos. Carlota estaba fascinada con el folklore y la calidez del barrio y su gente, mientras que sus damas se mostraban temerosas y alertas.
La emperatriz se encontraba tan contenta y animada que al entrar a la pulquería y pedir un trago de aquella famosa y “mágica” bebida del país que desde ese entonces era catalogada para gente de “baja categoría”; el pulque. Pidió un vaso para ella y para sus acompañantes, que eran incitadas con el calor del momento por los hombre ebrios de la pulquería. El ambiente de júbilo y confianza era tal que los clientes del lugar consiguieron una guitarra y terminaron por cantarle canciones románticas a Carlota.
La emperatriz Carlota estuvo en Tepito tomando pulque, y protagonizó una de esas anécdotas que vale la pena conocer por representar un momento exótico en la historia de la cultura popular mexicana.